HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Mikhail Bulgakov, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

martes, 17 de noviembre de 2009

Un lugar llamado Oreja de Perro, de Iván Thays

Se trata de un híbrido entre Una cuestión personal de Kenzaburo Oé e Insensatez de Horacio Castellanos Moya, rebajado en intensidad dramática y existencialismo. Fue finalista del Premio Herralde 2008 aunque para la crítica supuso un claro empate con Casi nunca del mexicano Daniel Sada. En total competían doscientas cuarenta y cuatro novelas. Así que estamos ante la más afilada literatura latinoamericana contemporánea de autores vivos.

Un lugar llamado Oreja de Perro es un relato introspectivo protagonizado por un hombre que acaba de perder a Paulo, su hijo de cuatro años y que ve cómo su matrimonio con Mónica se rompe. Tiene como encargo acudir como periodista a Oreja de Perro, una diminuta y perdida aldea que pertenece al distrito de Chungui, en el departamento de Ayacucho, Perú. Este recóndito lugar, que aparece en el territorio como un trozo de animal, como una oreja arrojada lejos del cuerpo, fue masacrado por el terrorismo más sangriento en los años de Fujimori y vive a la espera de un reconocimiento que permita hacer las paces con la memoria y con la historia de Perú. De momento sólo les queda esperar.

Lo peor de Oreja de Perro es el silencio. Un silencio cargado de moscas.

El protagonista llega despedazado anímicamente a este traumático lugar que está en sintonía con sus fantasmas de muerte, aislamiento e interrupción del futuro. Todo queda paralizado. En el albergue comparte habitación con Scamarone, un fotógrafo que fue corresponsal de guerra en distintos países con quien no será fácil interactuar por su napoleónico ego pero que pone un punto de cordura a los desvaríos de su tormento.

“La soledad de Oreja de Perro es mala consejera, sus moscas son unas musas gordas y sin gracia. Sólo saben hacer ruido. Aumentan la sensación de encierro.”

En la taberna conocerá a dos mujeres, Jazmín y Maru, dos personalidades opuestas que le llevarán sistemáticamente a rememorar su pasado triste y anubarrado y le servirán de catalizador para entender en que momento de su vida se encuentran sus vínculos afectivos.

“Somos dos que acabamos de hacer el amor y ahora vamos de la mano a buscar un cigarro. Así de simple son las cosas. Ésos son los mares en que nos sumergimos.”

Iván Thays nada en el lago de sus sentimientos más íntimos. Puedes notar incluso el pálpito de sus pensamientos más livianos y la acción de un verbo encadenado. Tiene la virtud de acercarnos sibilinamente a sus escenarios conflictivos mientras intenta curarse al describir la realidad deshecha y fragmentada, y nosotros atendemos al espectáculo rutinario del dolor y la amnesia que harán girar las ruedas dentadas de un reloj cualquiera que nos empuje a un nuevo tránsito catártico. Pero antes de eso habremos de reconocer nuestra estructura más animal o el zoo de facetas que manejamos en nuestra vida. Una por una.

“Hacemos reír a los que queremos que nos amen, como micos. Somos fieles a nuestros amigos, como perros. Comemos la fruta con la mano como los conejos. Inflamos nuestros cachetes llenos de comida y la rumiamos lentamente como las ratas. Dejamos de ser nosotros mismos, cambiamos de piel como serpientes. Nos aprovechamos de los demás como buitres. Terminamos meando encima de lo que creemos nuestro, como felinos. Nos reímos como hienas, lanzamos zarpazos de pánico como osos. Mónica me dio el primer beso cerrando los labios, haciendo un pico, como un pájaro. O como un animal extraordinario, incomprensible, un ornitorrinco. Cuando su útero soportaba el peso de Paulo parecía un marsupial. Una larga y ondulada madre canguro.”

El juego de metáforas que realiza durante toda la novela es muy atractivo, igual que la recapitulación de contexto. Actúan de valla, acotan la materia de análisis. Está claro que la literatura de Thays es otra forma de combatir la realidad, tal vez con un estilo más refinado, más aséptico, más taimado, como un búho agarrado a la rama de un árbol con inmensos ojos trabajando en los sucesos, consumiéndose. Es un autor que promete, que dará al mundo de la literatura una obra muy importante cuando se concentre en el estilo y deje de lado la metaliteratura. En un lugar llamado Oreja de Perro sólo hemos conocido una pequeña parte de las cualidades de Iván Thays. Esta ha sido su oreja literaria. El día que arroje todos sus sentidos al relato, latinoamerica le podrá confiar sus secretos identitarios al nuevo narrador contemporáneo. Estamos en tránsito.

He escuchado con toda claridad lo que me quieren decir sobre tu futuro. Y esas voces te aconsejan que te rindas, que aceptes que te han vencido. A veces es bueno rendirse y no seguir luchando, recoger tus restos y empezar de nuevo.”

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