HURACANES EN PAPEL™ - Reseñas literarias

Sólo me queda esperar la aparición de un Nuevo Tifón Literario de magnitud cinco como los producidos por Mikhail Bulgakov, Thomas Pynchon o Roberto Bolaño. Ese día llegará y mi búsqueda no habrá sido en vano. Huracanes en papel™ 2007-2024

miércoles, 1 de julio de 2009

Hojas de hierba, de Walt Whitman

Hoy he tocado a Whitman. Sí. He tocado al máximo poeta de Norteamérica, al supremo cantor del Yo y de la naturaleza; cantor del cuerpo y del alma; de la igualdad del hombre y la mujer; de las delicias del sexo; de la fraternidad y la democracia. He tocado sus Hojas de hierba, sus altos ideales y su visión profética.

Walt Whitman (1819-1892) fue un adelantado de nuestra cultura en muchos temas, como la valoración del cuerpo y la sexualidad, puso a la mujer en un pie de igualdad con el hombre; exaltó el trabajo y a los trabajadores; abogó por una concepción democrática de la política que no fuera en desmedro de los derechos y de las potencialidades del ser humano; luchó contra el materialismo vulgar que veía proliferar en su patria; destacó los valores de las culturas aborígenes; amó a la Naturaleza, que conocía como pocos, pero no desdeñó los frutos de la ciencia y del progreso; creyó en un tipo de religiosidad que no levantara barreras entre los pueblos; intuyó la importancia del legado de Oriente; acuñó el término "personalismo" y habló de la "democracia espiritual". Fue un contumaz ecuménico. El arquetipo del hombre que aspiró a ser, todos los hombres. Todo un hombre épico.

Oscar Wilde lo conoció en 1882, nada más desembarcar en los Estados Unidos. Su obra ha influido en todos los grandes poetas del siglo XX. Entre las figuras literarias que produjo Norteamérica pocas alcanzaron quizá un grado de universalidad semejante al de Whitman. Inauguró en la literatura el verso libre y construyó un nuevo estilo épico, apto para el Nuevo Mundo y los nuevos tiempos democráticos. Mostró la sacralidad de cada hecho material y el designio divino presente en la partícula más ínfima, como bien nos ha revelado a través de estas poéticas Hojas de hierba, con las que él se identificaba en eterno retorno. No hay rincón del mundo en que su figura no sea conocida y admirada. Yo me declaro a partir de hoy, whitmaníaco perdido.

¿Se imaginan tumbarse en la verde y fresca hierba mientras sus ojos y su piel leen y tocan a Whitman envueltos por el universal manto de la Naturaleza? Madre mía.

“Camarada, esto no es un libro, quien esto toca, toca a un hombre.”

2 comentarios :

Gonzalo Muro dijo...

Aciertas en todo lo que dices de Whitman que no sólo es el inicio de la poesía americana como tal, sino que crea una poesía nueva, sin la retórica propia de la época, directa y atenta a lo que ocurre a su alrededor.

Un auténtico visionario que escribió una nueva poesía para unos nievos tiempos.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Cada día está mejor este blog, es un acierto total los pequeños párrafos resaltados en letra amarilla. felicidades.
Chicago.